Agradecimiento y llamada a la responsabilidad en espacios públicos.
Residentes de Barcelona, entidades de amistad con Israel y lucha contra el Antisemitismo agradecemos al Ayuntamiento de Barcelona la retirada del cartel con el mensaje “Paremos al gobierno genocida de Israel”, instalado recientemente en un espacio municipal. Entendemos que en una sociedad democrática es legítimo expresar opiniones y críticas hacia cualquier gobierno o política internacional o mostrar solidaridad con la población civil de Gaza. Sin embargo, los edificios públicos tienen una responsabilidad especial, pues representan a toda la ciudadanía: deben ser espacios de cohesión, no de estigmatización. El uso de términos como “genocida” en mensajes institucionalmente amplificados contribuye a reforzar narrativas que, en el contexto actual, avivan el antisemitismo y generan un clima de hostilidad hacia ciudadanos y comunidades judías.
Por ello, además de reconocer la rápida actuación, solicitamos que no se vuelvan a utilizar fachadas ni espacios públicos —incluidos edificios municipales, estaciones de bomberos, centros cívicos o educativos— para difundir mensajes que puedan alimentar tensiones o interpretarse como señalamiento colectivo. La defensa de los derechos humanos exige también preservar la convivencia y evitar que los discursos institucionales contribuyan a normalizar el antisemitismo.
Reproducimos a continuación la carta íntegra enviada al Sr. Collboni, Alcalde de Barcelona.
Asunto: AGRADECIMIENTO POR LA RETIRADA DEL CARTEL “PAREMOS AL GOBIERNO GENOCIDA DE ISRAEL” Y SOLICITUD DE QUE NO SE REPITAN MENSAJES SIMILARES EN EDIFICIOS MUNICIPALES
Estimado Sr. Collboni, Alcalde-presidente de Barcelona,
Le escribimos como residentes de Barcelona, y entidades de amistad con Israel y lucha contra el Antisemitismo, orgullosos de la reputación de esta ciudad por su apertura y respeto, y como ciudadanos preocupados por la reciente oleada de antisemitismo que ha invadido los espacios públicos. Por ello, queremos agradecer al Ayuntamiento la retirada del cartel que exhibía el mensaje: “Paremos al gobierno genocida de Israel”.
Aun comprendiendo plenamente el deseo de mostrar solidaridad con los civiles que sufren en Gaza, un mensaje como ese, procedente de las instituciones que representan a todos los ciudadanos, va mucho más allá de la solidaridad: constituye una acusación política de extrema gravedad y resulta profundamente inapropiado viviendo de organismos públicos.
Celebramos que el cartel ya no esté visible. Sin embargo, creemos necesario explicar por qué su instalación fue problemática y por qué es fundamental garantizar que no vuelva a aparecer en la fachada del Ayuntamiento ni en ningún otro edificio público, incluidas estaciones de bomberos, centros cívicos y establecimientos educativos.
Las razones para evitar que se repitan estos mensajes son las siguientes:
I. Neutralidad política de las instituciones municipales
Los edificios municipales representan a toda la ciudadanía, no a una corriente política o ideológica concreta.
De acuerdo con el artículo 103 de la Constitución española, las instituciones públicas están obligadas por el principio de neutralidad en materias de conciencia e ideología. Mostrar un mensaje que toma partido en un conflicto extranjero vulnera este deber y constituye un uso indebido de los recursos municipales con fines partidistas.
Cuando el Ayuntamiento califica a un gobierno democrático extranjero de “genocida”, se transmite la impresión de que la ciudad respalda oficialmente tal opinión. Eso no es neutralidad: es partidismo. Ningún tribunal competente ha realizado tal determinación, y el lenguaje utilizado tiene un peso extraordinario. Las instituciones públicas deben
mantener un nivel superior de contención, especialmente en conflictos que dividen profundamente la opinión pública y que aún están bajo revisión judicial en el Tribunal Internacional de Justicia.
II. Uso indebido del término “genocidio”
“Genocidio” es un término jurídico con una definición precisa según la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948, no un eslogan ni una acusación moral que pueda aplicarse de manera subjetiva.
El Tribunal Internacional de Justicia no ha declarado a Israel culpable de genocidio, ni ningún órgano de la ONU ha emitido una resolución en ese sentido. Utilizar este término antes de la conclusión del proceso legal es anticiparse a la justicia misma.
Emplearlo de forma prematura y sin base jurídica trivializa los verdaderos genocidios -como el Holocausto, Ruanda o Srebrenica – y debilita la comprensión moral de lo que realmente significa el término.
En este conflicto, Hamás podría haber puesto fin a los combates de inmediato liberando a los rehenes y deponiendo las armas. Este hecho simple demuestra cuán lejos está la situación de la definición legal de genocidio.
Además, según la Convención sobre el Genocidio, el elemento definitorio es la intención: no se mide por el número de muertos, sino por el propósito deliberado de destruir a un grupo total o parcialmente. Hamás inició la guerra el 7 de octubre de 2023 con actos cuyo objetivo explícito era el asesinato masivo de judíos por el hecho de serlo. Esa intención encarna la esencia misma del crimen de genocidio. Calificar las acciones defensivas de Israel de “genocidas” ignora esta distinción fundamental y tergiversa el significado del término.
III. Fomento de la división y la hostilidad
Acusar a Israel de genocidio en un espacio público oficial puede alimentar el odio hacia las personas judías, tanto aquí como en otros lugares. Los incidentes antisemitas en España aumentaron un 321% en 2024 en comparación con 2023, según datos de la Federación de Comunidades Judías de España.
Aunque no existen estadísticas desglosadas específicamente para Barcelona, muchos residentes judíos de la ciudad expresan sentirse cada vez menos seguros en su vida cotidiana.
El Parlamento de Cataluña ha adoptado formalmente la definición de antisemitismo de la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto (IHRA), que incluye “aplicar un estándar hostil o desproporcionado a Israel que no se aplica a otros estados en situaciones comparables.”
Al señalar a Israel de este modo, la ciudad no solo infringe ese principio, sino que además corre el riesgo de legitimar el prejuicio bajo la apariencia de expresión política. La historia nos muestra adónde puede conducir este tipo de retórica.
España tiene un pasado doloroso de antisemitismo – desde los pogromos de 1391 en Barcelona y otras ciudades, hasta el Decreto de la Alhambra de 1492 que expulsó a los judíos de los reinos de Castilla y Aragón. Esa historia impone una responsabilidad especial a las instituciones modernas de no repetir, ni siquiera de forma indirecta, los
patrones de exclusión que borraron siglos de vida judía en esta tierra.
Dada la historia europea, las instituciones públicas deben actuar con especial prudencia al invocar términos como “genocidio” o al señalar al único Estado judío del mundo. El eco de tales acusaciones conlleva un peso histórico y una responsabilidad moral.
Las instituciones públicas tienen el deber de salvaguardar la cohesión de nuestra sociedad diversa. Cuando el Ayuntamiento amplifica un mensaje que estigmatiza a toda una nación, genera un entorno inseguro no solo para los judíos, sino para todas las comunidades que confían en que los espacios públicos estén libres de hostilidad y
confrontación política.
IV. Extralimitación diplomática y jurídica
La política exterior no es competencia de un ayuntamiento. Determinar si se está cometiendo un genocidio es responsabilidad de los tribunales, no de los alcaldes.
La mayoría de los gobiernos democráticos – incluidos Francia, Alemania, Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Europea – han rechazado explícitamente calificar las acciones de Israel como genocidio.
Ni siquiera dentro de España existe consenso legal o parlamentario que respalde ese lenguaje. Por tanto, el mensaje de Barcelona se sitúa como una excepción, desconectado del derecho internacional y de las normas diplomáticas. Cuando una administración local adopta una posición reservada a los gobiernos nacionales, socava tanto la credibilidad diplomática de España como la confianza ciudadana en la gobernanza local.
Barcelona es admirada en todo el mundo por su cultura de tolerancia, su defensa de los derechos humanos y su vocación de diálogo. Permitir un lenguaje de este tipo en la fachada del Ayuntamiento pone en riesgo esa reputación, proyectando una imagen de una ciudad movida por la indignación más que por la razón o la compasión.
V. Politización y precipitación en el uso del lenguaje
La rapidez con que ciertos responsables españoles adoptaron el término “genocidio” ha sido llamativa – muy por delante de cualquier resolución judicial internacional y sin consenso entre los socios europeos de España.
Cuando el presidente Pedro Sánchez comenzó a utilizar esta palabra, muchos observadores lo interpretaron como un gesto políticamente oportunista, más orientado a desviar la atención de los problemas internos que a promover la paz.
Ese encuadre se reprodujo rápidamente en algunos medios y gobiernos locales de toda España. Pero repetir un lenguaje extremo no lo convierte en verdadero: solo normaliza la distorsión. Barcelona tiene la oportunidad de elevarse por encima de esa tendencia y dejarse guiar por la razón, no por la moda política.
VI. Responsabilidad hacia todos los ciudadanos
Barcelona siempre se ha enorgullecido de defender los derechos humanos y fomentar el diálogo. Ese legado incluye proteger tanto a los residentes judíos como a los musulmanes que consideran esta ciudad su hogar.
Es perfectamente apropiado que el Ayuntamiento haga llamamientos a la paz o a la ayuda humanitaria para los civiles de todas las partes. Pero calificar a un gobierno de “genocida” no promueve la paz: aísla a una comunidad, alimenta la desconfianza y puede hacer que los residentes judíos se sientan inseguros o no bienvenidos en su propia ciudad. En un momento en el que el antisemitismo resurge en toda Europa, nuestras instituciones deben extremar el cuidado para no contribuir, aunque sea de forma involuntaria, a ese clima de hostilidad.
El verdadero liderazgo moral requiere matices y contención, especialmente cuando las emociones son intensas. Las acusaciones simplistas pueden parecer moralmente satisfactorias, pero en última instancia dificultan la comprensión y la reconciliación -tanto en el extranjero como aquí en Barcelona.
VII. Solicitud final
Agradecemos que el Ayuntamiento haya retirado el cartel. Con el objetivo de preservar la cohesión social, la seguridad comunitaria y la reputación internacional de Barcelona, solicitamos respetuosamente:
- Que el mensaje no vuelva a colocarse en la fachada del Ayuntamiento.
- Que se garantice que ningún edificio municipal – incluidas estaciones de bomberos,
centros cívicos, escuelas y universidades públicas – exhiba pancartas o mensajes
equivalentes. - Que cualquier comunicación institucional futura se formule con neutralidad,
responsabilidad y respeto hacia toda la población de Barcelona.
Barcelona ha demostrado durante décadas su compromiso con la justicia, la dignidad y la convivencia pacífica. Confiamos en que esta tradición guiará las decisiones futuras del Ayuntamiento.
Le agradecemos su atención y la consideración de esta petición.

