A la atención de RTVE:
Me dirijo a ustedes como ciudadano español, contribuyente y espectador del Festival de
Eurovisión 2025, con absoluta perplejidad y profundo malestar ante los comentarios emitidos
por sus locutores durante la retransmisión de la segunda semifinal, el jueves 15 de mayo, en
el momento previo a la actuación de Israel.
Lo sucedido constituye, a mi juicio, una gravísima falta de profesionalidad, objetividad y
respeto hacia la audiencia, así como una instrumentalización inaceptable de un evento
cultural y musical, cuyo propósito declarado es promover el entendimiento, la diversidad y
la paz entre los pueblos. En lugar de eso, los comentarios emitidos por RTVE sirvieron para
difundir mensajes cargados de un sesgo político evidente, con acusaciones extremadamente
graves y simplistas —como la insinuación de un “genocidio”— contra un país participante.
Cabe recordar que RTVE es un medio público, financiado con el dinero de todos los
españoles, y por tanto está obligado a mantener una posición de neutralidad, especialmente
en eventos de carácter internacional y cultural como Eurovisión. Convertir ese espacio en un
púlpito ideológico, haciendo afirmaciones parcializadas sobre un conflicto de extrema
complejidad, es una irresponsabilidad absoluta y una traición al mandato de servicio público.
Mencionaron cifras de víctimas en Gaza sin contexto, omitieron deliberadamente el hecho
de que la guerra fue iniciada por la organización terrorista Hamás el 7 de octubre de 2023,
cuando cometió una de las mayores atrocidades contra civiles judíos desde el Holocausto:
más de 1.200 asesinados de forma brutal —hombres, mujeres, ancianos, bebés— y 252
secuestrados, de los cuales aún hoy 58 permanecen cautivos. Esa realidad, que marca el
origen del conflicto actual, fue silenciada por sus comentaristas.
Es profundamente ofensivo que, desde un canal público, se sugiera que la mera presencia de
Israel en un festival musical implica una forma de legitimación del crimen más atroz que
puede imputarse a una nación: el genocidio. Esa banalización de un término jurídico de tal
peso no solo es irresponsable y carente de rigor, sino también una manipulación emocional
que busca polarizar a la audiencia.
Exijo, como ciudadano, que RTVE revise de manera inmediata su línea editorial en la
cobertura de eventos culturales internacionales y que sus representantes sean instruidos para
respetar escrupulosamente la neutralidad política que se espera de una televisión pública. La
misión de RTVE no es adoctrinar ni dividir a los espectadores, sino informar con veracidad
y servir al conjunto de la sociedad española con independencia, pluralismo y respeto.
De no tomarse medidas correctivas, muchos ciudadanos —entre los que me incluyo—
perderemos toda confianza en la imparcialidad de este medio, al que financiamos pero que
ya no nos representa.
Atentamente,
Nataniel Castaño