Libertad Digital | Una flotilla de pacotilla

Autor: Pablo Planas

Al parecer, no había suficientes pastillas para el mareo ni provisiones para la travesía. Por no hablar de que las bodegas de los barcos estaban vacías. Ni medicinas ni alimentos.

La partida de la Global Sumud Flotilla rumbo a Gaza desde el puerto de Barcelona congregó este fin de semana a la flor y nata de la izquierda catalana. Una fiesta por todo lo alto al ritmo de las batucadas y conciertos de Macaco Lluís Llach, entre otros fenómenos de la música brasa. El PSC envió a su portavoz en el Parlament, Ferran Pedret, ataviado con una camisa blanca cuello mao y una chapa con la bandera de Palestina. Por ahí estaba también el cupero David Fernández, introductor de Otegi en Cataluña, con un apropiado sombrero de paja para resguardarse del sol. Y Jordi Coronas, un concejal de ERC en Barcelona a los mandos del Bribón, el mismo velero de las regatas del emérito. Pero la gran protagonista entre la fauna local era sin duda Ada Colau, quien en plena campaña para recuperar la alcaldía de Barcelona se enrolaba en una embarcación llamada Family, la misma en la que iba Greta Thunberg.

El aparato propagandístico de la expedición sostiene que esta flotilla es la «mayor operación humanitaria de la historia«, que está formada por decenas y decenas de barcos y 28.000 personas pertenecientes a 44 países. Sobre el papel, la Global Sumud Flotilla vendría a ser algo así como la madre de todas las armadas en dirección a la franja de Gaza con el propósito de crear un corredor en el Mediterráneo y desembarcar toneladas de alimentos, medicinas y ropas. En la realidad, los cuarenta barcos o menos que zarparon el domingo por la tarde de Barcelona regresaron a puerto a las pocas horas por las malas previsiones meteorológicas y algunos problemas logísticos. Al parecer, no había suficientes pastillas para el mareo ni provisiones para la travesía. Por no hablar de que las bodegas de los barcos estaban vacías. Ni medicinas ni alimentos. El Bribón, además, no volverá a salir porque según el diagnóstico de su capitán, el antecitado concejal republicano Coronas, el velero no está ni para llegar a Menorca.

Todos los barcos de la flotilla lograron alcanzar la costa catalana sin pérdidas humanas ni materiales. Más que a una tormenta, los arrojados tripulantes de la flotilla se enfrentaron a unas previsiones meteorológicas que apuntaban a una cierta marejada acompañada de vistosas tormentas eléctricas, razón por la que decidieron dar la vuelta. Nuestra Ada Colau y la joven Thunberg debieron quedarse de pasta de boniato. Ellas, tan bravas y determinadas, regresando a puerto nada más abandonarlo. Qué vergüenza y qué ridículo. Eso siempre que no estuvieran encerradas en sus camarotes totalmente descompuestas.

Pero sólo se trata de Palestina, lo que antes era para la izquierda la causa del Frente Polisario y la Nicaragua sandinista. En realidad, el destino de los infortunados palestinos les trae bastante sin cuidado a los promotores de la flotilla. Se trata de otra cosa. De la foto, exactamente. He ahí las imágenes que difundieron los Comuns sobre el pasillo que recorrió Colau antes de abordar su embarcación. Alborozo y alegría de los fans y paso resuelto de la alcaldesa repartiendo besos y saludos en el inicio de la brevísima odisea. Brutal. Qué determinación la de Colau, qué ejemplo a no seguir, cuánto morro y postureo. El sufrimiento de los palestinos es tan sólo una excusa. Y el sufrimiento de los israelíes, de los secuestrados y sus familias, ni siquiera se contempla.

En la cuenta de Instagram de Ada Colau hay abundante material sobre la excursión. Poco antes de partir, decía la exalcaldesa que Israel tendría mucho más difícil parar «a la flotilla más grande que se ha hecho nunca» que a las anteriores expediciones de este tipo. «Si Palestina no se rinde, nosotros no podemos rendirnos porque la causa de Palestina es la causa de la humanidad», declaraba también la señora Colau en un alarde de patetismo coronado por el bochornoso regreso de la flotilla que según la doña iba a poner a Israel entre la espada y la pared. Sí, con esos capitanes de agua dulce y esa tropa «humanitaria» de la izquierda catalana.

Llevan tiempo con Palestina, pero la moda pasará y el lugar que ahora ocupan Hamas y Hezbolá en sus altares será para otras causas y desgracias. Y volverá a salir Bardem con su mejor pose de actor pidiendo paz. Y Susan Sarandon también se apuntará con Greta, con Ada y con quien haga falta. Lo que pasa es que la propaganda se les está yendo de las manos porque los mismos que hablan de la mayor flota y la más grande ayuda humanitaria que vieron los siglos para definir la rave en la Costa Brava de la Global Sumud Flotilla son los que tachan de «genocidio» la respuesta militar de Israel tras el ataque terrorista palestino del 7 de Octubre de 2023, la mayor matanza de judíos desde la Segunda Guerra Mundial. Mientras tanto, Hamas mantiene bajo secuestro a un número indeterminado de personas. Del medio centenar que reclama Israel se estima que unos 25 ya han sido asesinados. Son algunos de los datos que oculta por sistema el enorme aparato de propaganda de la izquierda.

En este contexto, el retorno con el rabo entre las piernas de la flotilla de Ada y Greta es un caso extremo de justicia poética y tal vez divina, como la victoria de David frente a Goliat.

Fuente: https://www.libertaddigital.com/opinion/2025-09-01/pablo-planas-una-flotilla-de-pacotilla-7290562/amp.html